El Rin trazó durante muchos siglos la frontera. Primero, la del Imperio Romano; después entre Alemania y Francia. Pero la influencia romana puede verse, y oírse, en cada una de estas ciudades del oeste germano. Los numerosos edificios históricos y las iglesias, así como los dialectos con influencia románica, no sólo tienden un puente al pasado, sino también al estilo de vida mediterráneo.
Que Alemania tenga un número tan elevado de ciudades importantes se debe a las vicisitudes de su historia. La diferencia que encontramos en las ciudades renanas es que aquí tenemos fácil acceso a lo cotidiano y a lo humano, son ciudades de carácter inconfundible forjadas por la historia. Cuando viajamos de uno de estos núcleos a otro descubrimos un nuevo mundo, no sólo por los diferentes monumentos y tesoros artísticos, sino también por el distinto estilo de vida.
El Rin, o "Gran Camino", es padre en Renania, su base vital. Las cadenas de colinas a lo largo del río son tierra vetusta. Millones de años han aislado las rocas volcánicas y, todavía hoy, siguen aislándolas. Las alturas de grandes superficies proporcionan una sensación de vastedad y no hay elevaciones escarpadas que delimiten en demasía la vista desde los valles.
Desde los tiempos de los celtas y los romanos, los colonos fueron atraídos por ese poderoso elemento, el agua, que los romanos conducían desde Nettersheim hasta la ciudad de Colonia. Y así ocurrió que esta región áspera, a pesar de sus inconvenientes, fue atrayendo a ricos y a poderosos que dejaron castillos y ciudades que son verdaderas joyas; en consonancia con la belleza natural de bosques y ríos, sus fachadas románticas apoyaron las esperanzas de lograr bienestar económico en estas comarcas.
Las ciudades
El Rin dio su impronta a esta región germana, dio fertilidad a sus campos y enriqueció sus ciudades. El origen de las urbes de Renania del Norte se remonta a civilizaciones romanas y francas que crecieron sobre ambas riberas del río formando un paisaje urbano de incomparable concentración en toda Europa.
Desde los tiempos de los romanos Colonia siempre ha sido crisol de tendencias espirituales y multitud de pueblos. Su espíritu emprendedor no dejó que se perdieran los valores de ánimo y sentimientos documentados por el afectuoso cuidado del patrimonio cultural heredado: desde el calvario del barrio hasta los extensos parques y los pintorescos jardincitos en las afueras de la ciudad. A su lado, el aspecto urbano caracterizado por los símbolos modernos del poder económico: testigos de hormigón y acero.
Düsseldorf está a la par. Desde su época residencial, la capital del "land" no sólo está acostumbrada a albergar la corte y a gobernar, sino que desde hace tiempo concentra también fuerza financiera. Además de palacios y distinguidas mansiones burguesas, centrales empresariales que se alzan hacia el cielo determinan la cara de la ciudad. El espíritu cosmopolita concede derecho de residencia a gente venida de todo el mundo, -aquí está radicada la colonia japonesa más numerosa de Alemania-. La gente se reúne paseando por el elegante centro comercial del Königsallee, se refresca tomando un trago en 'la barra más larga del mundo', del núcleo antiguo, y goza de extensos paseos a orillas del Rin.
Bonn exhibe una carrera corta de capital federal. Su antiguo castillo romano adornado por los Wittelsbacher de Baviera y convertido en ciudad barroca ha ofrecido su casa a los poderosos de la República. Más al oeste, Aquisgrán sigue conservando su tradición de ciudad imperial al otorgar cada año, por ejemplo, el premio Carlomagno en reconocimiento de méritos por Europa. Para que las festividades no desborden, y con carácter de contrapeso, se ha creado la condecoración por méritos "contra la seriedad bestial". Por lo demás, la fronteriza ciudad es floreciente lugar balneario, centro de investigaciones y, al fin y al cabo, cita para desafiar la suerte en el casino internacional.
La tradición manufacturera de paños de Aquisgrán también ha sido de partida del bienestar de otras grandes ciudades sobre el lado izquierdo del río.
Mönchengladbach, ciudad nacida de una abadía de los benedictinos, todavía hoy es ciudad textil y proporciona a sus ciudadanos posibilidades de identificarse cuidando los testigos del pasado -los palacios de Rheydt y Wickrath- y de la era contemporánea a través de uno de los más modernos y atrayentes museos regionales emplazado en la colina Abteiberg.
Duisburgo, Mülheim y Essen han escrito historia industrial. Duisburgo es el puerto fluvial de mayor extensión de toda Europa. En su museo dedicado a la navegación fluvial alemana, el visitante puede conocer mejor la historia de esta región y ver que ya se practicaba el transporte de carbón por esas vías desde la Edad Media.
del papel dominante de los Krupp da hoy testimonio solamente la mansión Hügel, donde el público puede visitar interesantes y cambiantes exposiciones. El parque Grugapark y el lago Baldeney ofrecen, además, a habitantes y turistas calidad de vida en forma de espacios verdes.
En el centro de Westfalia, Münster es la ciudad de Alemania que, a pesar de su aperturismo, mejor ha sabido conservar la imagen urbana medieval. Los edificios se han construido siguiendo los modelos tradicionales, sin dejar aisladas las magníficas casas y las iglesias antiguas. Münster continúa siendo sede episcopal y universitaria, y cuenta con una típica cultura de cervecerías estudiantiles.
Pero no sólo las grandes ciudades determinan el carácter de la región; el mismo cometido lo desempeñan muchas otras ciudades medianas y pequeñas en Renania. Vale la pena ir en viaje de descubrimiento por todas ellas, sin perderse ni un ápice de la historia y belleza que guardan en su interior.
El Gran Camino
Bordeada de los encantadores paisajes de Renania, la gran arteria de Europa está hecha para pasar maravillosas jornadas de excursión. El Rin surca la región que hoy visitamos en forma de lectura e imágenes y cambia de perfil en varias ocasiones. Unas veces, las masas de agua se desencadenan entre rocas estrechas, otras veces el río pasa con reposo con una anchura de hasta 1 Km por llanos bien amplios. Talla su lecho a veces a lo largo de bosques profundos, interrumpidos por viñedos soleados, otras veces a orillas de castillos, monasterios y fortalezas de muchos siglos que coronan vetustas ciudades.
Sobre las orillas del Rin, la historia, el arte y los paisajes se entremezclan para despejar una atmósfera inigualable.
Curiosidades turísticas
Bonn, la ciudad de Beethoven
Aquél que contemple Bonn desde el barco que navega el Rin, nunca la olvidará. Para llegar a conocer la antigua capital de la República Federal Alemana deberemos visitar la casa natal de Ludwing van Beethoven, los escenarios de la política -el Parlamento, la Chancillería o el Langer Eugen-, la Milla de los Museos con el museo de arte de Bonn, el Museo Nacional Alemán y la Casa de la Historia Alemana. Bonn siempre ha sido una ciudad alegre, ya desde tiempos de los romanos, y es aquí donde comienza el romántico Rin.
Colonia, capital del arte
Colonia es una de las ciudades más originales. Cuenta con un lenguaje y una mentalidad propios, llenos de mucho humor, y no sólo durante los Carnavales. Colonia es la catedral, el río y el arte. Es 2000 años de restos romanos, iglesias románicas, casas medievales, calles comerciales llenas de vida, una arquitectura modernísima, museos y galerías. Pero Colonia también es un centro de la industria, de las ferias y de los medios de comunicación. El natural de Colonia que vive en el extranjero sufre nostalgia crónica de su ciudad, y el foráneo que vive en Colonia sabe por qué.
Düsseldorf, atractivo a orillas del Rin
Entre el proverbial buen humor renano y el ambiente cosmopolita de una ciudad ferial se desarrolla toda una serie de atracciones. Sus 18 museos, la Ópera Alemana del Rin y numerosos teatros son fieles testimonios de la vida cultural de Düsseldorf. Con su Köningsallee, la avenida bordeada de castaños que muchos consideran como la pasarela escaparate de las tendencias más actuales de la moda, Düsseldorf es además la ciudad para ir de compras por excelencia.
Münster, belleza barroca
Münster es más que sólo una ciudad. El monasterium, fundado por el misionero frisio Liudger le dio su nombre a esta región de innumerables palacios. El Münster actual es joven y estudiantil, y, al mismo tiempo, barroco. Especialmente en "la Isla Barroca" con el Palacio Arzobispal, el Palacio del Droste, la Iglesia de San Clemente y la Iglesia Dominicana. La ciudad ha sabido llevar bien los cambios históricos. Tras su destrucción en la Segunda Guerra Mundial fue reconstruida fiel a su antigua imagen.
domingo, 6 de enero de 2008
Viajar a Renania del Norte-Westfalia, bajo influencia romana
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario