miércoles, 9 de enero de 2008

Viajar a illa de Menorca

Quizás fruto de su influencia inglesa, sus costas poseen la rotundidad y fuerza de los acantilados, de las rocas agujereadas por el mar y el viento. No hay caminos rocosos más apetecibles que los que allí podemos encontrar, con ese aire al que nos tienen acostumbradas esas películas de ambientación inglesa al estilo de "La fuerza del viento" o una serie inolvidable para mí, en la que el protagonista era un caballero inglés rudo, pero con un atractivo nunca superado, Poldark, con su pequeña Demelza revoloteando a su alrededor. A ellos (sinceramente, a él) esperaba verlo aparecer en cualquier momento por mis parajes preferidos de Menorca (Isla Balear, España), también ruda y atractiva.

Estos son mis sitios, mis amores "menorquins", mis rincones a los que, si me concedieran un deseo, mi trasladaría por arte de magia:
Binibeca, un pueblito al sureste de la isla, pequeño, blanquito, de un gran tipismo que no defrauda, al contrario, invita a perderse en sus calles estrechas y laberínticas, tomar algo fresco en una terraza para después dirigirse a pie hacia el oeste por el camino de la costa. En cinco minutos encontraréis unas piscinas naturales a las que se accede por unas escaleras esculpidas en la roca, donde se mezclan los practicantes del nudismo y los adictos al bañador con total naturalidad, algo que no se puede decir de la mayoría de playas.

Si seguís hacia el oeste, también caminando y aproximadamente a unos quince minutos, llegaréis a la playa de Binisafúller, pequeña y con un ambiente familiar, donde oiréis hablar el menorquí y veréis el carácter y el ambiente real de las gentes de esta isla. Os aconsejo ir al atardecer, pues la luz reflejándose en el agua y en las barcas de pescadores crea un conjunto que muchos pintores han querido retratar.

¿Os gusta caminar?, id al este, y desde Punta Prima tomad el camí sa cavalls que encontraréis indicado hasta llegar a un torreón de libre acceso, desde la que divisaréis la cala de Alcaufar. Una excursión de una hora aproximadamente, acompañados constantemente por la Isla del Aire, una presencia de gran magnetismo.

Siguiendo por la vertiente Este, hacia el Norte, pasar un par de horas visitando la Albufera (ir provistos de agua), reserva natural donde se protege el habitat natural de las aves que allí habitan. Seguir vuestro camino hacia el cabo de Favaritx, del que sólo os diré que os costará alejaros. Una carretera plagada de pequeñas y atractivas calas (vigilar que no haya bancos de medusas, que nadie es perfecto) os acompaña hasta un faro vigilante, que corona este enclave geográfico.

En la cara Norte hallaréis playas que exigen caminar una media hora para llegar a paraísos en los que la variedad de colores de la arena (desde casi rojo hasta un blanco amarillento) como en Cala Pregonda, o el ambiente lunar creado por rocas blancas y rojas, como en Cala Morell hacen olvidar ese mínimo sacrificio, que si además os gusta pasear será un placer añadido.

En la cornisa nórdica las playas son agrestes, con árboles y vegetación plegada por el efecto de la Tramontana (fuerte viento del Norte) y en la zona Sur las playas son más amplias, en algunas se puede pasear por el agua, ya que te has de adentrar mucho en el mar para que llegue a cubrirte, por lo que hará las delicias de los niños y la paz de espíritu de los padres. Un ejemplo lo hallaréis en las playas de Son Bou. En cambio, en la playa de Macarella el encanto lo acentúa unas bonitas vacas que acompañan al bañista para que sepa lo que es la naturaleza en su estado más puro. ¡Inolvidable!

Ciutadella, la capital de la nobleza y Maó, la capital del comercio flanquean la isla, atractiva y atemporal la primera y cosmopolita y divertida la segunda.

Estos son mis sitios de sa illa de Menorca, seguro que cada uno de vosotros encuentra los suyos, sólo os hace falta una semana, ganas de descansar y respirar aire puro. El mar y los caminos harán el resto.

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