martes, 8 de enero de 2008

La Clerecía de Salamanca

La Iglesia y todo el conjunto monumental de la Clerecía de Salamanca han sido confiados a la tutela y custodia de la Universidad Pontificia por la Diócesis de Salamanca. Su privilegiada ubicación, en pleno núcleo histórico, frente a la Casa de las Conchas realzan la majestuosidad, si aún se puede más, de su regia arquitectura.

La Real Clerecía o Colegio del Espíritu Santo, conocido popularmente como La Clerecía de Salamanca es una fundación de los reyes Felipe III y Margarita de Austria, a principios del siglo XVII. La primera piedra se puso en el ángulo derecho de la iglesia en 1617 y las obras no concluirían hasta casi finalizado el siglo XVIII. Fue concebida para el Colegio de la Compañía de Jesús.
Se le conoce por el nombre de Clerecía debido a que tras ser expulsados los judíos en el siglo XVII pasó a propiedad de la Real Clerecía de San Marcos. En época medieval, los clérigos y afines se agrupaban en torno a una organización gremial cuya finalidad era la defensa de sus derechos. Esta organización gremial estaba dirigida por un abad y se encontraba bajo la protección directa del Rey o de su delegado.

Así, surgió la Real Clerecía de San Marcos que se agrupó en torno a la antigua iglesia de San Marcos y la iglesia del Espíritu Santo o Clerecía. En el año 1665 se inauguró la iglesia de la Real Clerecía y al día siguiente se instaló la comunidad jesuítica en la parte posterior de la misma.

Los jesuitas fueron expulsados de España en el año 1767 y poco después el edificio era repartido en tres lotes, la iglesia y la sacristía para la Clerecía de San Marcos, una de las alas para los Irlandeses y el otro ala para el Seminario Conciliar, hasta que fue cedido a la Universidad Pontificia en el año 1940.

La Universidad Pontificia ocupa el antiguo Colegio Real. Es una obra realizada en el siglo XVII y las obras concluyeron poco antes de la expulsión de los judíos en 1779. En las obras intervinieron Juan de Setién y Joaquín de Churriguera, artífices de la Catedral Nueva de la ciudad de Salamanca. Finalizó las obras Andrés García de Quiñones aunque su hijo Jerónimo concluyó las obras de la fachada poco después.

El edificio
Las obras se realizaron principalmente entre 1617 y 1779, según planos de Juan Gómez de Mora. Intervinieron en la construcción Simón de Monasterio, Juan Moreno, Alonso Matías, Pedro Sánchez, Alonso Sardiña y Pedro Mato, éste último introdujo notables innovaciones con respecto al proyecto original.

También intervino a principios del siglo XVIII el insigne Andrés García de Quiñones que dio por finalizadas las obras en 1762. No obstante, su hijo Jerónimo finalizaba la portada del colegio poco después, en 1779. El edificio consta de iglesia, colegio y residencia de la comunidad.

El templo es de una sola nave, disponiéndose en los laterales varias capillas situadas entre los contrafuertes, del tipo hornacina que se comunican entre ellas por medio de pequeños pasadizos y una tribuna en la parte superior. Dispone de un ancho crucero con cúpula en forma de ochavo realizada por Pedro Mato.

Esta gran cúpula se sustenta sobre pechinas con cuatro enormes escudos reales, tambor y una gran linterna que corona el conjunto. Se han detectado algunos problemas derivados de errores de cálculo que en alguna ocasión han puesto en peligro su estabilidad. Pedro Mato introdujo innovaciones arriesgadas con claros tintes barrocos.

La fachada
La fachada que se presenta frente a la Casa de las Conchas consta de dos cuerpos y en ella intervinieron Gómez de Mora y Pedro Mato. El primero realizó el cuerpo inferior y el segundo el cuerpo central o superior. Es de aspecto escurialense y no se concluyó hasta el siglo XVIII, bajo la dirección de García de Quiñones. Una hornacina en el cuerpo inferior, justo encima de la puerta de ingreso, custodia la imagen de San Ignacio de Loyola, obra de Juan Rodríguez.

La fachada queda enmascarada por su situación en una calle estrecha y poco dinámica. Sólo sus esbeltas torres sobresalen por encima de los cuerpos inferiores que tienen una menor proyección.

La Clerecía se abre con una gran portada realizada por Andrés García de Quiñones y terminada por su hijo Jerónimo en 1779. Presenta una robusta articulación en torno a vigorosas columnas de orden compuesto que vienen a sustituir a las pilastras del proyecto original de Gómez de Mora.

Las torres están realizadas en estilo barroco y fueron añadidas posteriormente por Andrés García de Quiñones. Aparecen como suspendidas en la fachada y no dan la sensación de solidez o robustez exterior pues no tienen esta función arquitectónica sino que, sirven simplemente de elemento decorativo.

Las esquinas de las torres están rematadas por pináculos que sustentan pequeñas estatuas, obras de Gregorio Carnicero que simbolizan a los cuatro Padres de la Iglesia, varios santos, las Virtudes Teologales y las Cardinales. La espadaña central o campanario se encuentra insertado entre ambas torres, cuenta con un relieve del Espíritu Santo y está coronada por la imagen de la Virgen, flanqueada por los fundadores.

El claustro
Es una de las obras más acabadas del barroco español y fue realizada por Andrés García de Quiñones. Está dividido en tres cuerpos claramente diferenciados. Las enormes columnas que llegan hasta el segundo cuerpo rompen la simetría del conjunto.

El primer piso está recorrido por esbeltos arcos de medio punto, el segundo por balcones enrejados que están coronados con óculos ochavados y el tercero, a modo de ático, en el que sobresalen las ventanas separadas por esbeltos machones, que pretenden ser la continuación de las enormes columnas de la fachada del claustro. Corona este ático las diferentes plantas o galerías del claustro. Las rampas se disponen en voladizo y la balaustrada es de piedra torneada. En las paredes cuelgan lienzos del siglo XVII.

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