domingo, 6 de enero de 2008

Viajar a Marrakech

Marrakech, con sus rojas murallas, el laberinto del mercado, su célebre plaza de la Djemaa el Fna, sus lujosos hoteles y su rico patrimonio monumental, como el espléndido minarete de la Koutoubia, es el lugar más visitado de Marruecos. Al sur de la ciudad, como un espejismo, se levantan las cumbres del Atlas que invitan a practicar el esquí y a disfrutar del paisaje, lleno de cascadas, fortalezas ocultas y fértiles valles.


Marrakech es el centro neurálgico de Marruecos. Su nombre en árabe es Marrakush y es de donde deriva el nombre del país. Según la leyenda, cuando se plantó el Koutoubiya en el centro de la ciudad, esta empezó a sangrar de tal manera, que las paredes de las casas conservan todavía el color rojo, omnipresente, y que por eso constituye la base de la bandera nacional.
La ciudad guía de los almorávides se fundó en 1070 con el deseo de controlar el tráfico desde las cercanas montañas del Atlas. Fue desde este asentamiento rudimentario desde donde se emprendieron las primeras conquistas. Abou Bakr, jefe de los almorávides, emprendió la construcción de un kasbah, un castillo de piedra, a poca distancia de donde hoy se encuentra Koutoubiya.

Marrakech se convirtió en la capital de un vasto imperio en el reino de Youssef Ben Tachfine, un imperio que, bajo los almohades, llegó hasta las fronteras con Libia. Marrakech llegó a lo más alto de su gloria con Yacob El Mansour. Fue durante su reinado cuando algunos de los lugares más famosos de Marruecos fueron construidos. El más importante es el minarete de Koutoubia, una de las piezas más importantes del arte árabe. La mezquita es una de las más grandes de África y tiene capacidad para 20.000 personas. La ciudad alberga muchos otros monumentos que fueron construidos bajo el reinado de poderosos mandatarios como el soberano Ahmed El Mansour que emprendió la construcción del Palacio de Badii tras la victoria frente a los portugueses en 1578. Este palacio ha sido considerado como una de las maravillas del mundo musulmán y sus recuerdos son una mera sombra de la grandeza que algún día albergaron sus muros. Las enormes cantidades de oro, mármol y ónix que fueron utilizadas en su construcción fueron obtenidas de toda Europa gracias al intercambio de azúcar.

La plaza de Jemaa el-Fna, es un espectáculo recomendable y pintoresco, aparte de la horda de turistas, podemos encontrar vendedores de agua, encantadores de serpientes, contadores de historias, fakires, dentistas callejeros con impresionantes colecciones de dientes que avalan su destreza profesional y toda clase de tenderetes en los que se vende todo lo imaginable.

Otro de los destinos interesantes para el viajero son las tumbas de Saadin. Construidas por Ahmed Edh Dhahabi durante el siglo XVI, las tumbas fueron cerradas por Molay Ismail y olvidadas durante siglos. Recientemente fueron redescubiertas por los franceses y hoy se pueden visitar.

Jardines y agua
Pero además de las mezquitas y las construcciones de carácter religioso, la naturaleza de los musulmanes siempre ha primado el agua y los jardines como elementos decorativos en sus ciudades. Así, Marrakech no es una excepción y en sus tierras se encuentran algunos jardines muy hermosos como el de Menara o el de Majorella, éste último auspiciado por los franceses en 1920.

También es una gran atracción las cataratas de Ouzoud, al este de Marrakech. El agua cae desde más de 100 metros de altura y tanto la vista como la rica vegetación alrededor de las cascadas son un impresionante espectáculo para conservar en la retina durante mucho tiempo.

Además, también se puede visitar un oasis con huellas saharauis sobre una superficie de 13.000 hectáreas consagrada a las palmeras. Es El Palmeral, al que también llaman el Bagdad marroquí.

Los zocos
Otra de las atracciones de Marrakech que comparte con casi todo el mundo árabe son sus zocos. El zoco es un mercado al aire libre que suele recorrer diferentes callejuelas y en el que se puede encontrar casi cualquier cosa. En Marrakech hay varios zocos especializados en diferentes materias. Algunos de ellos son el de Smarine, en el que se pueden comprar textiles; el de Zrabia, que está especializado en alfombras bereberes y mantas; en el de El Attarin, sin embargo, se pueden encontrar gran variedad de especias y ricos perfumes.

En Marrakech la artesanía del cuero se cuida especialmente. Allí pueden verse a los zapateros coser las babuchas con métodos ancestrales.

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