miércoles, 9 de enero de 2008

Viajar a Laujar de Andarax

Las tierras andaluzas nos deparan hermosos paisajes llenos de tradición morisca. Uno de estos bellos lugares es Laujar, en Almería. Cuna del río Andarax, es abundante en aguas y en buenos vinos de la tierra.

La población alpujarreña de Laujar está orientada hacia el mediodía, mirando a la Sierra de Gádor, y en las estribaciones más secas de Sierra Nevada, en el valle del río Andarax.
La huella andalusí
En Laujar fue asesinado, a manos de los suyos, el rey morisco Aben Humeya. También es la patria de Francisco Villaespesa, el más universal de los poetas almerienses, a quien el pueblo recuerda permanentemente y a él dedica la Biblioteca Municipal, situada en un bellísimo mirador sobre el valle.

El municipio de Laujar exhibe una abundante vegetación donde los almendros, las viñas y los álamos que se alzan en los márgenes del río le confieren una singular belleza: un paisaje abrupto y montañoso. La entrada al municipio es un claro avance de lo que allí nos podemos encontrar; un majestuoso pasillo de árboles centenarios abre el camino hasta la puerta de la Plaza de Toros.

La calle principal de Laujar nos conduce hacia la joya del pueblo, la Plaza Mayor de las Alpujarras, donde el Pilar de los Cuatro Caños, semiescondido a la izquierda del Ayuntamiento, nos aliviará la sed del camino. Allí, muchos son los almerienses que acuden a llenar sus garrafas de agua. En la plaza también encontraremos otras fuentes -levantadas en el siglo XVII- entre las que destacan la de San Blas y la del Pilar de San Antonio. La Plaza Mayor está presidida por la imponente fachada del Ayuntamiento, de estilo barroco, construido en 1792 y coronada por un reloj, una campana de hierro forjado y una veleta.

Junto al emblemático edificio encontramos una empinada cuesta que sube hacia el nacimiento del río Andarax. En el camino podemos detenernos a admirar la iglesia de La Encarnación que, aderezada con una bella torre mudéjar, fue construida en el siglo XVIII. Esta iglesia fue levantada sobre los cimientos de una mezquita que conserva en su interior una Virgen, obra de Alonso Cano y una interesante pinacoteca con cuadros de la escuela holandesa. Los alrededores del municipio son también bellos, especialmente el nacimiento del río Andarax, ubicado muy cerca de la población y donde se extiende una confortable área recreativa con fuentes, mesas, bancos, barbacoas y juegos infantiles. Allí, la vegetación es frondosa, avivada por chopos, pinos, alisos, sauces y mimbres. Este es un lugar ideal para pasar un relajado día de campo con la familia.

Corte de reyes
En Laujar, junto a la frondosa vegetación que rodea el municipio, encontramos constantes recuerdos moriscos. Hubo un tiempo, durante su dominación, en el que Laujar fue corte de reyes independiente. Estas turbulentas tierras en tiempos pasados han visto cómo tras la rendición de Boabdil, último monarca nazarí de Al-Andalus tras la caída de Granada, los Reyes Católicos le cedieron este pueblo como lugar de residencia y, años más tarde, fueron testigos del asesinato de Aben Humeya, quien liberó a la ciudad de la rebelión de los moriscos de La Alpujarra.

Gastronomía
Las tierras andaluzas son famosas por sus embutidos y sus buenos vinos, cosa que queda también de sobra demostrado en Laujar. En esta zona el viajero podrá degustar sabrosas carnes y embutidos a la brasa. En la zona recreativa, junto al nacimiento del río, encontramos una antigua fábrica reconvertida en mesón, que conserva todo su tipismo, con un interior de añeja belleza de industrias de principios de siglo.

Entre los platos típicos que el visitante podrá degustar destacan la fritada alpujarreña, el choto al ajo de cabañil, la cocina mareá, la olla de nabos, los soplillos de huevo y almendra, los mantecados de miel y los rosquillos de vino.

La huella andalusí
Según cuenta la leyenda transmitida por los romances, en el año 711 Tarik y Muza llegaron a España, fruto de una venganza del conde D. Julián hacia el rey D. Rodrigo, por los amores que éste había mantenido con su hija, la Cava.

Sea como sea, es natural que Almería, por su situación geográfica, fuera una de las primeras provincias en sucumbir al dominio musulmán.

De aquella época quedan restos y recuerdos en tierras almerienses, donde musulmanes, judíos y cristianos convivieron en buena armonía.

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