lunes, 7 de enero de 2008

Viajar a Antalya: los misterios de una ciudad indescifrable

El chirrido agudo de un antiguo coche rojo y blanco repleto de hombres es el primer y casi único sonido urbano que escucha el viajero antes de perderse por callejuelas estrechas que conducen a locales llenos de humo en los que la presencia de extranjeros no levanta gran expectación. Taburetes enanos frente a una mesa baja, madera impregnada por el olor a tabaco fuerte de los cigarros, pipas de agua y cigarrillos con marquillas desconocidas para el visitante. La bebida negra como la noche y servida de una jarra metálica dorada con un pico angosto, mientras humea la taza diminuta, y el café se enfría adrede hasta que baja la borra. Una escena que se repite en cualquiera de los cafés que esconden las callejuelas de esta pequeña ciudad. Pero Antalya es algo más.

En esta misteriosa ciudad, siempre cambiante, indescifrable, que oscila entre el lujo, lo recoleto de sus lugares sagrados y el alboroto de sus calles todavía quedan los restos de la muralla que la rodeaba y de una de sus puertas: la puerta de Adriano, la entrada a la ciudad antigua. El monumento más llamativo dentro de la muralla es el Yivli Minare, el minarete nevado o estriado, construido por el sultán selyúcida Aleddin Keykubat (1219-1236) cuando convirtió en mezquita una iglesia cercana.
Próximo a este minarete se halla el Karatay Medrese, una escuela de teología, también de estilo selyúcida (1250), que en el que se pueden admirar las infinitas posibilidades que ofrece la decoración geométrica antes de pasar por debajo de una entrada restaurada con el tradicional modelo de estalactitas. Ésta se encuentra encima del puerto, en una terraza empedrada, arbolada y con el monumento conmemorativo a Atatürk, al oeste.

Al sur de la ciudad antigua, el Minarete Kesik se une en todo su esplendor a una iglesia convertida del siglo V, que fue construida donde anteriormente había existido un templo romano. Y ya en la cumbre más meridional de la ciudad se encuentra la Hildirlik Kulesi, una torre de temprana de fecha desconocida de la que se cree que fue construida como faro.

Desde el cruce principal, justo al este de la torre del reloj, empieza una amplia avenida, la Atatürk Caddesi, con una doble fila de palmeras en el centro que va primero hacia el sur y luego gira hacia el este. A unos 50 metros del cruce se encuentra la puerta de Adriano, con bastiones franqueados por tres torres, una en el norte y dos en el sur. Además de esta entrada principal a la ciudad antigua, se puede también acceder a ella por una calle que baja desde la esquina opuesta a la torre del reloj, donde esta situada la Paêa Camii. Restos de la vieja muralla se pueden ver a lo largo de Atatürk Caddessi. Para quien desee recorrerla en toda su amplitud conviene no olvidar que donde gira hacia el este está la entrada principal al Parque Mermerli (antes parque Inönü),uno de los más bellos de la ciudad. Sus senderos conducen, sin apenas quererlo, a una terraza sur desde donde se puede gozar de una impresionante vista de la bahía de Antalya y, en un día claro, de las altas montañas de la estribación occidental.

Museos, templos y playas
A la izquierda de la entrada al parque Mermerli, se halla el Museo Atatürk, aunque sin duda el más interesante por las piezas que contiene es el Museo Arqueológico, situado en la avenida Kenen Evren Bulvari, aproximadamente a 1 kilómetro del anterior. Es esta una amplia avenida que empieza en la torre del reloj, en dirección oeste, y termina cruzándose con la Akdeniz Bulvari de la costa. El museo cuenta con una rica colección de piezas de las excavaciones de la zona.

Yendo hacia el sur desde la plaza pavimentada en la entrada del parque, pasado el estadio moderno, se llega a la playa de Lara, una de las más bellas de la ciudad, lo que la ha convertido en un auténtico centro de vacaciones. Sin embargo, es conveniente no dejarse seducir por el rumor del mar, ya que entonces el visitante puede perderse un espectáculo realmente extraordinario: ver como las aguas de las cataratas bajas de Düden caen al mar. Si se quiere continuar el viaje hacia el este y no dispone de vehículo particular, es aconsejable ir al otopark del minibús, que esta cerca de la rotonda en el extremo este de Cumhuriyet Caddesi (donde se encuentra la torre del reloj) y al principio de Ali Çetinckya Caddesi.

Los amantes de los templos no deben abandonar la ciudad sin visitar las dos mezquitas de mayor interés, la Murat Paêa Camii, del siglo XVI, situada cerca del otogar, y la más antigua, Iskele Camii, que se levanta majestuosa en pleno muelle. Una manera como otra cualquiera de hacer tiempo antes de degustar una cena típica del lugar a base de carnes especiadas y seguida de dulces, té, pastelería y frutas secas, como es costumbre en todo el país.

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