lunes, 7 de enero de 2008

Transiberiano: Moscú-Vladivostok. Romántico viaje por tierras de zares

Nos enfrentamos a una aventura clásica, un viaje con el que recorreremos toda Europa de Oeste a Este. Un viaje cuyo origen se remonta a la época de los zares y que promete ser una experiencia única e inolvidable.

Partimos de Madrid en dirección a Moscú, montados en un viejo y sucio Tupolev, el "jumbo comunista". Una vez llegamos al viejo aeropuerto donde el caos de las colas camino a la aduana se acumula, las maletas van pasando una a una para el registro en un proceso que parece que nunca se acaba. Los turistas se mezclan con los ciudadanos rusos que van y vienen deambulando.
Hemos decidido seguir un viaje organizado para evitar sorpresas si bien, este viaje se puede realizar sin un plan establecido. Sea como sea, nuestro visado contendrá una serie de vales de comida y alojamiento que iremos canjeando a lo largo del trayecto. Esto incluye pensión completa y alojamiento en diferentes hoteles.

Al llegar a la estación el tren ocupa casi un kilómetro de andén, enfrente, con la mirada perdida provocada por las largas esperas, aguarda una muchedumbre en la que se entremezclan turistas y rusos, cuyas mujeres cubren su cabeza con pañuelos. Estas trasladarán los 100 Kg de carga que lleva cada una envueltos en coloridas telas.

Cuando suena la sirena accedemos a este viejo medio de transporte, el tren se llena hasta los topes. Dentro nos espera una pequeña cabina, con cuatro camas. Podemos alquilar un departamento de primera o de segunda clase, la tercera clase está prohibida para los occidentales. En esta clase solo viajan mongoles rusos y chinos. Nosotros nos decidimos por una de segunda clase. Estas cabinas apenas tienen 6 m cuadrados por 2 y medio. La cabina de cortinas raídas, flores de plástico y paredes cubiertas de madera barnizada presenta un aspecto poco acogedor. Cada vagón tiene su inodoro, aunque no tiene ducha. El olor a comida y vodka nos invade, justo lo necesario para sobrevivir a una semana de viaje en el interior de un departamento del tren.

La comida que podremos degustar en el viaje es bastante completa, aunque el vagón comedor es pequeño podemos degustar por 55 dólares americanos, un menú compuesto por Soljanka (sopa), filete Strogonoff, albóndigas con huevos fritos o salchichas, todo con pan y bebida a elegir entre vodka o agua.

La gente es amable y cordial y son numerosas las visitas de los otros viajeros a nuestro departamento, en cada visita los ocupantes ofrecen sus pocas posesiones a los otros viajeros y podemos ver como estas gentes mojan la miseria de un país en crisis en vodka barato.

Comienza la aventura
Al inicio del viaje pasaremos por los suburbios de Sverdlosk, donde fueron asesinados la familia Romanov y donde nació Boris Yeltsin. Siguiendo nuestro camino hacia el Este, nos introducimos en Siberia donde las anchas extensiones de praderas y bosques son interrumpidas por ciudades industriales de arquitectura socialista.

Nuestro recorrido nos eleva sobre uno de los ríos más largos del mundo, el Obi. Este río nos lleva al puerto de la ciudad de Novosibirsk. La primera parada la efectuamos en esta ciudad (pasaremos la noche en un hotel), que es la capital de Siberia. Es sin duda uno de los centros industriales y científicos de la C.E.I. más ricos del país.

Al día siguiente volvemos a subirnos al tren con destino a Krasnoyarsk, esta ciudad posee verdes y montañosos parajes. Estamos ya en el corazón de Siberia, regado por el río Ienissei. Krasnoyarsk es la más importante ciudad industrial de la Siberia dedicada a este sector y posee una importante Universidad.

La siguiente noche volvimos a pasarla a bordo del tren y nos dirigimos a Irkutsk, la antigua París de Siberia. Esta ciudad nos muestra su decadencia y gran belleza. Desde aquí podemos visitar el Lago Baikal, el lago dulce más grande del mundo, el cual se convierte en un bloque de hielo durante 9 meses al año. Aquí podremos ver espectaculares paisajes en torno a este lago. Con suerte podremos visitar a pescadores dedicados a la captura del esturión.

Posteriormente nos dirigimos a San Petersburgo, esta ciudad llamada la "Venecia del Norte" evoca sin duda un hermosa melancolía, su riqueza pasada se manifiesta en monumentos como Ermitage, la antigua residencia de los zares, la Avenida Nevski o la Plaza del Palacio de Invierno. En el Ermitage podemos ver una impresionante colección de arte donde podríamos perdernos durante semanas por sus 5.000 salas.

Aquí se nos acaba el viaje que retorna hacia Moscú de nuevo vía tren, pero en este caso una sola noche nos separa de la capital. Desde donde regresamos a Madrid con la esperanza de volver.

Un medio de transporte gigante
Este tren con casi 30 vagones se presenta como una enorme serpiente de color verde oscuro donde podemos leer Moscu-Vladivostok. Recorre un país de más de 22 millones de kilómetros cuadrados (unas 40 veces España). Posee una locomotora de 10.000 caballos y 200 toneladas de peso.

Fue construido en la época zarista, la mano de obra estaba compuesta por prisioneros de guerra, "coolies" traídos de la india y otras pobres gentes. En su recorrido pasa por taigas, tundras, estepas, bosques y todo un completo marco de ecosistemas asiáticos. Ha sido utilizado en numerosas guerras, incluidas las mundiales. Mueve diariamente miles de contenedores, a través de sus 9.288 Km de recorrido.

Nuevas líneas...
El ferrocarril es el medio más importante de transporte en la C.E.I., de hecho estas líneas son las que más tráfico tienen del mundo, sobre todo en la zona occidental de Siberia, los trenes pasan cada tres minutos. Incluso se han construido líneas paralelas y en el norte de Kazajstán se ha construido la nueva línea de Baikal-Amur que comunica la región oriental con el norte de la línea tradicional transiberiana.

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