martes, 8 de enero de 2008

La Costa Azahar

Olor a cítrico, buen vivir y tiempo para disfrutar son las ofertas más llamativas que nuestro viajero puede encontrar en la Costa Azahar. El carácter mediterráneo de gente alegre y latina se palpa en cualquier rincón de esta zona del litoral valenciano. Aquí se vive la vida muy intensamente como también es impactante todo lo que la rodea, sus colores anaranjados, verdes y, sobre todo, el azul del mar, presente en la vida de sus gentes.

Comenzar un recorrido turístico por esta bella zona del Mediterráneo no es nada fácil, el viajero podría dirigirse hacia el tópico de sus azules playas y quedarse tumbado al sol sin descubrir el carisma, las costumbres y la cultura de todos los valencianos. La costa Azahar es la zona costera más extensa y llana de España y de ahí sus múltiples y tranquilas playas que las convierten en una oferta muy tentadora y atractiva en todo el litoral castellonense.
Las ciudades que dominan la zona son Valencia y Castellón, además de los pueblos costeros como Vinaroz, Benicarló, Peñíscola, Alcossebre, Torreblanca, Oropesa del mar, Benicàssim, Cullera, Xàtiva, Gandía o Sagunto donde, a buen seguro, encontrarán lo que buscan. Lo más sensato para disfrutar de toda esta variedad es comenzar el recorrido de norte a sur o de sur a norte y ver cómo, aún manteniendo las mismas raíces culturales, los matices van cambiando a medida que avanzamos en nuestro recorrido.

Castellón, entre dos tierras
El paisaje de esta provincia, a diferencia de lo que sucede en Valencia, está plagado de contrastes. Mientras que el refresco del agua, la humedad y las abundantes zonas verdes se hallan en la costa, el interior se muestra al visitante mucho más árido y caluroso.

El primer pueblo que destaca en la costa castellonense es Peñíscola. El emplazamiento sobre una pequeña península rocosa marca su singular perfil sobre el mar. El núcleo histórico es una excelente muestra de arquitectura popular presidida por el castillo templario del siglo XII. Actualmente se muestra altanero, y recientemente restaurado, y además posee dependencias de estilo románico y gótico en las que estableció su reino apócrifo y su corte eclesiástica el Papa Luna, Benedicto XIII, en 1415. Desde su terraza se contempla una panorámica espectacular de la ciudad de Peñíscola. Otros monumentos emblemáticos son la iglesia parroquial (siglo XIV) y el santuario de Nuestra Señora Ermitaña, de estilo barroco. La playa del Norte está certificada con la bandera azul de calidad.

De Alcossebre destacan sus playas cristalinas y las zonas de apartamentos con barcas y lanchas donde el agua se adentra hasta la misma puerta de la casa simulando la mismísima Venecia.

En Oropesa del Mar la calidad de sus playas también atrae a numerosos turistas, pero tiene otros alicientes. El recorrido puede tener como paradas la iglesia de San Jaime (del siglo XIV), con azulejería de Alcora, la Torre del Rey (siglo XV) y el faro, que depara bellas vistas. Las ruinas del castillo todavía rememoran tiempos pasados de singular esplendor. Si queremos, además, reponer nuestras maltrechas energías conviene parar a comer, en el Paseo Marítimo, en la Torre del Rey.

En Benicàssim los amantes de los deportes acuáticos, del sol o del voleibol podrán disfrutar a sus anchas a través de los 6 Km de litoral con extensas playas de cristalinas aguas, que dan fama a este pueblo. Los aficionados a la música rock también tienen aquí una cita obligada los primeros días de agosto en el Festival de Benicàssim, que acaba de concluir.

La importancia del puerto de Vinaròs también es una baza destacada para la zona litoral de Castellón que perdura desde la Edad Media. La iglesia de la Asunción y la del antiguo convento de los Agustinos constituyen sus principales atractivos turísticos. Su playa es un ejemplo de los grandes arenales que se extienden a lo largo de 12 Km. Algo que es imprescindible en Vinaròs, y que no debemos olvidar como buenos viajeros, es probar dos exquisiteces: sus langostinos y los pastissos (dulce con cabello de ángel).

Castellón capital
Llegado el fin de este pequeño periplo por los pueblos costeros comienza la hora de sentir en nuestras propias carnes la altiva ciudad de Castellón. Las gentes de este lugar del Mediterráneo se caracterizan por su habilidad, hospitalidad y su fervoroso trabajo cotidiano. Se puede disfrutar del arte rupestre en La Valltorta, La Gasulla, Les Dogues y Morella la Vella, donde aparecen escenas del denominado arte rupestre levantino con imágenes realistas de trabajo, caza recolección o labores domésticas. La ciudad de Castellón se contrapone con el Desierto de Las Palmas que, a pesar de su nombre, es un llano fértil de sedimentos y conos fluviales que se van hundiendo en el mar.

Emplazada a 4 Km del mar, en una llanura, la capital castellonense tiene una apreciable oferta cultural. Alrededor de la plaza Mayor se encuentran los monumentos más interesantes: la catedral gótica de Santa María, el Ayuntamiento (siglos XVI y XVIII), la torre-campanario de El Fadrí (siglos XV y XVI) y la iglesia de San Miguel, sede de la Fundación La Caixa. El Museo Provincial de Bellas Artes acoge una colección de piezas prehistóricas, además de valiosas obras de pintura y cerámica moderna de la región. Para descansar y disfrutar de los aromas conviene pasearse por el parque Ribalta, en torno a un estanque romántico donde podrá descubrir su gran variedad de especies vegetales. Las playas más bonitas y apetecibles son las de Benicàssim, al norte y Burriana, al sur. En las calles Baja y de En medio abundan los bares de tapeo y vinos para tomar algún refrigerio. En sus alrededores se puede visitar el Parque Natural de las Islas Columbretes, de origen volcánico, descubrirá una enorme belleza de flora y fauna.

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