lunes, 7 de enero de 2008

Viajar al Mar Rojo: arrecifes de ensueño y turismo exótico

Dicen que antiguos marinos, inspirados en el color rojo de las montañas ricas en minerales, llamaron Mare Rostrum a estas aguas egipcias. El exotismo que rodea este entorno ha promovido un creciente turismo centrado, sobre todo, en los aficionados a los deportes náuticos quienes encuentran, en las profundidades de estas aguas, unos arrecifes de corales difícilmente igualables en otros lugares del mundo.


Las costas del Mar Rojo se extienden desde el Golfo de Suez hasta la frontera sudanesa. Egipto, Jordania, Israel, Arabia Saudita, Sudan, Etiopia, Yemen y Jibouti se asoman a sus aguas y el Monte de Sinaí, con 2.285 m de altura, aporta un toque espiritual que atrae a buena parte del turismo que hasta aquí se desplaza. El clima del que se disfruta en estas tierras es tropical y la temperatura de sus playas se mantiene entre 35 y 41 grados.
La temperatura de sus aguas es de 18 a 21 grados en el invierno y de 21 a 26,5 grados en el verano. En sus profundidades, valiosísimos arrecifes de corales -más de 400 especies- encierran todo un mundo marino repleto de exotismo que hacen las delicias de los aficionados al buceo. Peces de más de mil especies con colores y formas excéntricas como el "pez cirujano", el "pez papagayo", el "pez mariposa" y el "pez león". Además, éste es uno de los paraísos para los ornitólogos, pues aquí se dan cita miles de aves migratorias empujadas por los vientos cálidos del este.

Se trata de un litoral rocoso y lleno de montañas, donde las aguas conservan una sorprendente pureza debido a que no hay afluentes fluviales que vayan a parar a ellas y a que las lluvias son además muy poco frecuentes. De ahí que se conviertan en una especie de espectacular pecera gigante, donde se pueden contemplar los arrecifes de coral, las algas, los delfines, tortugas y tiburones. Hay que destacar la presencia de treinta especies distintas de tiburones (blancos, negros, grises, martillos, tigre...).

Los arrecifes más conocidos y visitados son el de Tiran (en el golfo de Aqaba, con restos de naufragios), el de Ras Muhammad (con una fosa marina de ochocientos metros de profundidad), el de Rocky Island (con corales, atunes, mantas y tiburones) y el de Sha'ab Rumi (en la parte del mar Rojo que pertenece a Sudán, con grandes tiburones martillo). El lecho marino es, además, un cementerio de barcos naufragados que el turismo de la zona exige poder visitar.

Según afirman los científicos, debido a los movimientos de la corteza terrestre este mar no deja de crecer: África continúa alejándose de Arabia y, afirman que llegará un día, dentro de millones de años, en que el mar Rojo alcanzará el tamaño del Atlántico.

Desde Suez hasta Ain Sukhna
A lo largo de las blancas costas del Mar Rojo diversas ciudades atraen la atención del visitante que, en una ruta bordeando sus aguas, descubre poco a poco la naturaleza, las costumbres y el modo de vida de esta lejana región.

Suez, importante puerto comercial desde hace más de siete siglos, es una de las más visitadas y la primera en el recorrido. El comercio de especias y el peregrinaje a la Meca le produjeron, en el siglo XV, una gran prosperidad económica. La apertura del Canal de Suez ha convertido a esta ciudad en punto neurálgico de la zona, con uno de los puertos más grandes de todo Egipto.

Muy próxima a Suez, la ciudad de Ain Sukhna ("manantial caliente") se asienta cerca de varios manantiales de aguas sulfurosas. Hurghada es la siguiente parada en nuestra ruta por este lado de las costas del Mar Rojo. Es la estación balnearia por excelencia de la zona y punto de encuentro indiscutible para los amantes de los deportes acuáticos. Además, sus jardines marítimos, como el de Carlees Reef, son preciosos.

La tranquilidad de Al-Quseir
Otra de las ciudades que hay que ver si se visita esta zona es Al-Quseir, donde está uno de los puertos más antiguos del Mar Rojo. Es un lugar tranquilo, con aguas claras, arrecifes de corales y arena muy blanca... perfecto para los deportes acuáticos. Hay un antiguo recorrido de caravanas en el que aún se encuentran algunos vestigios faraónicos. Desde Al-Quseir se realizan excursiones al desierto del Sinaí, paseos en dromedario, hasta la montaña y el monasterio de Santa Catalina. Además de su impresionante paisaje, el desierto del Sinaí fue la cuna del Judaísmo, el Cristianismo y el Islam.

Berenice y los monasterios más antiguos de Egipto
Berenice es otra de las ciudades de las costas del Mar Rojo con un importante puerto comercial. Aquí se encuentran las ruinas del templo de Semiramis y varios restos de minas de esmeraldas que funcionaron desde los tiempos faraónicos hasta la era romana. Son llamativos los manglares y la isla de Zabargad, antigua fuente de explotación de piedras semipreciosas. Los lagos que rodean Berenice ofrecen al turista un riquísima vida submarina y la posibilidad de ver de cerca manadas de delfines.

Dejando atrás Berenice, nos encontramos con el monasterio de San Antonio y el de San Pablo, los más antiguos de Egipto. En ellos hay todavía rituales que se conservan desde hace más de dieciséis siglos. Las construcciones han dado paso a pequeñas aldeas con jardines, molino, panadería e iglesia. La cueva de San Antonio, donde vivió el santo como un ermitaño, está a tan sólo dos kilómetros del monasterio.

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