miércoles, 9 de enero de 2008

Viajar a El Priorato: el misticismo del vino tarraconense

El esplendor del siglo XVIII queda representado en el territorio del Priorato, en la sierra litoral de Tarragona, por el monasterio cartujo de Scala Dei, de corte místico. Una zona áspera y densa donde el vino sigue siendo el sustento de una despoblación progresiva de la comarca.

Los cartujos dejaron su huella en la zona del Priorato, con el cultivo de los viñedos y la llamada escalera del Cielo, Scala Dei, donde el rastro de Dios todavía es visible en este monasterio, cuyo punto álgido se remonta al siglo XVIII.
Y es que los cartujos impulsaron el desarrollo económico de esta zona localizada en la sierra litoral de Tarragona. Desde cereales y frutos secos hasta olivos, cáñamo y lino, por no mencionar el tradicional cultivo del vino que sigue omnipresente y continúa siendo, hoy en día, la principal actividad. En un primer momento la producción fue destinada para el monasterio, pero su prestigio alcanzado con el tiempo fue el impulso que permitió comercializarlo a gran escala. El Priorato de la vid, del tinto, blanco y garnacha, moscatel o malvasía.

Estas viñas del Señor se encuentran en una tierra de un marrón pizarroso, dibujado por muros y bancales simétricos donde la sierra del Montsant aporta esa solemnidad propia de los designios de Dios. Un Montsant labrado por la erosión, plagado de cuevas y abrigos naturales utilizados desde el paleolítico y luego refugio de anacoretas.

El Priorato conserva el pulso de la Catalunya agraria, con campos de cultivo y pueblos colgados sobre peñas, de casas bajas y colores ocres. Pero con los años la despoblación ha ido menguando el crecimiento demográfico. Una de las causas del movimiento de población vino a principios de siglo con la invasión de la filoxera. Desde 1900 a la actualidad, los habitantes han disminuido desde los 24.000 a los 10.000, pero todavía conservan el impulso de antaño por el cultivo de la vid, así como el del almendro, el olivo o la avellana.

El símbolo celestial de esta zona divina queda reflejado por el monasterio cartujo de Scala Dei. Cuando fue construido administraba justicia y prisión, cobraba los tributos y explotaba el esplendoroso comercio del vino. Durante la Edad Media llegaron a permanecer en él treinta monjes y quince legos. La iglesia se transformó al estilo barroco durante la época esplendorosa del siglo XVIII, cuando el antiguo erial se había convertido en una ciudad del silencio, con tres claustros y hostería, y donde el prior tenía un poder cuasi sobrenatural.

Platos propios y genuinos: la olla barrejada
La cocina también refleja su personalidad, por ser sencilla, gustosa y abundante. Platos propios y genuinos como la olla barrejada, una variante de la escudella; truchas, perdices con olivas, caldo con tropezones o patatas con bacalao. Por no decir de los exquisitos postres como los orejones, rosquillas o cocas azucaradas.

Y de naturaleza es tan rica como para que acudan frecuentes excursionistas, que usan y visitan sus grutas y caminos, como los senderos históricos entre Reus y Lleida, salida del que fue último vestigio musulmán de Catalunya. Así como visitas a sus múltiples referencias.

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