domingo, 6 de enero de 2008

Viajar a Dublín: paraíso y edén en la isla mágica

Irlanda es tierra de música y canciones. Es un pueblo que ama los placeres grandes y pequeños. Si se viaja a Irlanda debe tenerse muy en cuenta que el viajero jamás olvidará tan singular y ejemplar periplo. En este caso, nuestra propuesta es visitar su capital, Dublín, donde el viajero descubrirá todas las posibilidades que ofrece un país hospitalario, afable y cordial, además de rememorar grandes recuerdos que, a buen seguro, quedarán forjados a fuego en su memoria.

Dublín, ciudad moderna y pujante en la actualidad, se mantiene vivo el legado de su cultura y su rica historia, forjadas ambas en el devenir de los tiempos pese a las adversidades de un pueblo herido por sucesivas dominaciones. Una estancia en Dublín se puede considerar sinónimo de paz, quietud, serenidad. Es una ciudad donde sigue vivo y presente el espíritu aventurero de sus primeros moradores. Fue en torno al siglo V a. C. cuando los celtas llegaron a estas tierras.
La romanización no se produjo de la misma manera que en el continente, puesto que los romanos jamás llegaron a estos territorios considerados confines inhóspitos del mundo. En el 432 San Patricio llegó a Irlanda, convirtiendo el país en centro y fortaleza de la cultura cristiana. Hacia el año 800 los normandos escandinavos invadieron la isla. En el año 1014 el rey de Irlanda Brian Boru derrotó a los vikingos. En el año 1160 Enrique II de Inglaterra invadió el país que mantuvo con energía su dominio durante años. En el siglo XVI la presión inglesa se recrudeció. Hubieron de pasar más de dos siglos para conseguir la independencia, que llegó con el tratado de Londres en el año 1921. En la actualidad, Irlanda mantiene grandes vínculos con Londres, puesto que los seis condados de Irlanda del Norte siguen formando parte del Reino Unido. En el año 1973 Irlanda entró a formar parte de la CEE.

Dublín
Es la insigne y altanera capital de Irlanda, con casi un millón de habitantes. Es una ciudad abierta, amable, hospitalaria, generosa y ostenta, en su haber, más de 1000 años de historia, rica en grandes personalidades del pensamiento, de la política, de la religión y de la Cultura en mayúsculas. Custodia calles anchas y edificios civiles majestuosos. Combina la belleza y el encanto de los siglos pasados con el progreso actual. Su preeminente posición geográfica le hace ser un sitio privilegiado desde tiempos inmemoriales.

La Bahía de Dublín, donde desemboca el río Liffey, que divide la ciudad en dos, forma una medialuna entre la península de Howth y el pueblo de Dalkey. Hacia el sur, y muy próximo a éste, se localizan las altivas colinas de Wicklow, paraíso de las gaviotas. Dublín aparece citada ya en textos de Tolomeo, allá por el 140, con el sobrenombre de Eblana. Su nombre actual deriva del gaélico Dubhlinn, que significa "estanque negro" aunque la forma gaélica actual Baile Atha Cliath significa "la ciudad del vado de los cañizos", que es más antigua y tiene su origen en los tiempos en que Dublín no era más que un vado importante del río Liffey en el camino hacia la antigua capital Tara, sede del Alto Rey de Irlanda.

En el siglo IX, tras más de 50 años de invasiones normandas, los vikingos escogieron como base naval para sus andanzas y campañas de pillaje a Dublín, que sería, durante 200 años, un centro importante del mundo vikingo. En la batalla de Clontarf del año 1014 se puso fin a la dominación normanda. Las luchas tribales continuaron durante mucho tiempo hasta que fue el rey inglés Enrique II el que tomó Irlanda en nombre de la corona inglesa, en torno al año 1171. El país alcanzaría su máximo esplendor en el siglo XVIII, hecho que se reflejó en la construcción de monumentos. Algunos ejemplos de este auge constructivo se pueden comprobar en los barrios de Fitzwilliam Square y Merrion Square, con las altaneras residencias de estilo georgiano de puertas de vivos colores, que dan al jardín central. En el siglo XIX, y hasta la proclamación de la independencia de Irlanda en el año 1921, Dublín es sede de la administración inglesa. Dublín ha dado al mundo numerosos autores famosos como Swift, Goldsmith, Bernard Shaw, Wilde, Joyce, Yeats, O'Casey, Singe, Beckett, Flann O'Brien y Brendan Behan, entre otros.

Monumentos de Dublín
En el núcleo urbano de la capital sobresale el castillo de Dublín. Aunque fue construido en el siglo XIII, su apariencia actual no se corresponde con la de un castillo, sino que, más bien, recuerda un palacio del siglo XVIII. En la actualidad, presenta numerosos vestigios de la ocupación británica al haber sido centro del poder político y residencia oficial de los virreyes durante más de siete siglos. Son dignos de ver la Record Tower (parte del viejo edificio normando), los apartamentos del estado (ex residencia del virrey inglés) y la capilla de la Most Holy Trinity (ex capilla real).

Un barrio insigne de la ciudad es Dame St., una arteria principal del barrio de Temple Bar, una de las zonas con más tradición e historia de Dublín, que se ha transformado, en estos últimos años, en el centro cultural de la ciudad. Se encuentra en la orilla derecha del río Liffey, entre el Trinity College y la Catedral del Christ Church, justo en el corazón de Dublín, con ocho galerías, dos teatros locales en los que se toca música en directo y un trepidante Irish Film Centre que son prueba palpable de su animada vida cultural.

También aparece muy animada por las noches, con numerosas tiendas de diseño, pubs y restaurantes. Al final de Dame St. se encuentra el impresionante edificio del actual Banco de Irlanda que fue, durante gran parte del siglo XVIII, Parlamento de la pre-independiente Irlanda. Está considerada como una de las obras maestras del estilo georgiano irlandés y en la antigua House of Lords se conserva la suntuosidad de sus orígenes. Como nota curiosa destacar que aparece sin ventanas en la fachada. Frente al edificio anterior está la entrada de una de las universidades más prestigiosas del mundo, el Trinity College, fundado por la reina Isabel de Inglaterra en el año 1592. En su interior aparecen los típicos patios y jardines de los centros universitarios británicos. En su magnífica biblioteca se hallan más de dos millones y medio de libros con dibujos y más de 3.000 manuscritos. Además, conserva el "Libro miniado de Kells", una de las joyas de la cultura celta.

A pocos metros de la Universidad surge la plaza georgiana más perfecta de Dublín, diseñada en 1762, la Merrion Square. Entre los numerosos famosos que han vivido en esta plaza, destacan Oscar Wilde, W. B. Yeats y el Nobel de física austriaco E. Schrodinger. En uno de sus laterales se encuentra la National Gallery considerada como una de las galerías más importantes de Europa con más de 2.600 obras expuestas al público. A la entrada se halla la estatua de George Bernard Shaw, que dejó un tercio de su patrimonio en esta galería. También se halla muy próximo el Leinster House, construida en el año 1745 como palacio del duque de Leinster y sede actual del Parlamento irlandés. A espaldas del anterior, en la discreta Kildare St., se emplaza, por un lado, el Museo de Historia Natural, y por otro lado el Museo Nacional, donde se albergan los mayores tesoros de Irlanda, como el broche de Tara y el cáliz de Ardagh, entre otros muchos tesoros celtas e irlandeses, daneses, vikingos e incluso romanos.

Después de Kildare St se llega a St. Stephen´s Green, otra de las grandes plazas georgianas, que, en este caso, se caracteriza por conservar en su centro el parque más popular y atractivo de la ciudad desde el siglo XVII. Los trabajos de acondicionamiento fueron financiados por la familia Guiness en el siglo XIX. Entre los edificios de la plaza destacan Iveagh House, actual ministerio de asuntos exteriores y Newman House. A diez minutos de la plaza, hacia el oeste, está la catedral de San Patricio, catedral nacional protestante irlandesa. Se construyó a finales del siglo XII sobre el solar de una iglesia más antigua dedicada a San Patricio. Adquirió la categoría de catedral en el año 1213. Fue ampliamente restaurada en el siglo XIX y, en la actualidad, alberga en su interior sepulcros como la tumba de Jonathan Swift, autor de Los viajes de Gulliver y decano de la catedral desde 1713 hasta 1745.

Dos puentes son algunos de los elementos más emblemáticos de la ciudad, el O'Connel Bridge diseñado por James Gandon en 1794, que tiene la particularidad de ser más ancho que largo y desde el que se contempla el sector más espectacular del río Liffey, incluidos algunos edificios georgianos como el Custom House; y el Half Penny Bridge que se alcanza siguiendo por el muelle llamado Bachelor´s Walk, de infame memoria por la matanza que tuvo lugar en el año 1914, cuando las tropas británicas abrieron fuego contra una manifestación. Este magnífico puente peatonal es de hierro y fue construido en el año 1816.

Hasta principios de este siglo se pagaba medio penique por cruzarlo, de ahí su nombre. Si nos dirigimos hacia el norte llegamos a Henry Street, la calle peatonal más animada del norte de Dublín, donde se encuentran muchos de los grandes almacenes. Cruzando O´Connell Street se llega a la principal estatua que Dublín ha dedicado a Joyce, en Earl St. En medio de O´Connell Street, la principal calle de Dublín, está el edificio de correos o General Post Office. En el año 1916 tuvo lugar aquí el alzamiento nacional que permitiría, años más tarde, lograr la independencia del Reino Unido. En el año 1922 fue de nuevo el lugar estratégico durante los disturbios de la Guerra Civil, y desde entonces es el centro neurálgico de política irlandesa.

Al final de O´Connell Street surge Parnell Square, plaza georgiana irregular que fue centro de Dublín durante el siglo XVIII. Aún se conservan una serie de edificios singulares de la época, como el Rotunda Hospital y el Gate Theatre. En la parte norte de la plaza hay dos museos importantes, la Galería Municipal de Arte Moderno y el Museo de los Escritores, donde se rememoran los lazos literarios de la ciudad y se recogen cartas pinturas, fotografías, manuscritos que trazan la historia literaria irlandesa hasta nuestros días. En North Grat Georges se han rehabilitado varias casas de estilo georgiano, convirtiendo a la que mejor se conservaba en uno de los museos Joyce de la ciudad o James Joyce Center. Al norte de la plaza surgen varias calles con restos de casas georgianas que hace tiempo pasaron a mejor vida. Entre ellas destaca Eccles St. donde residió Leopold Bloom, protagonista del "Ulysses".

En Dublín se encuentra el mayor número de ejemplos de estilo georgiano, desde los grandes edificios públicos como las Four Courts, a las residencias privadas que se concentran alrededor de St. Stephen's Green. De éstas, a menudo no se pueden ver más que las puertas, pero habría que atravesar el umbral de alguna de ellas para descubrir los interiores, aún más bellos. En Dublín no podremos descuidar una vuelta por Fitzwilliam Square y Merrion Square. Fuera de la ciudad, el estilo georgiano se encuentra en las mansiones rurales, muchas convertidas hoy en confortables casas de campo, otras grandiosas, como Russborough, Castletown y Newbridge House en el este, Bantry House en el sur, y Strokestown House en el norte. Sin duda, Dublín alberga todo el saber y la riqueza cultural de Irlanda.

Color y esplendor
Nos encontramos ante un lugar de grandes espacios abiertos y un pueblo isleño abierto al mundo capaz de acoger al viajero como uno de los suyos. En Irlanda se aprende el arte de la relajación en contacto con una naturaleza repleta de paisajes preciosistas y que ofrece un trato exquisito al que lo visita. Es zona de dólmenes y cruces celtas que abundan por doquier. Es lugar de reposo y meditación con sus múltiples abadías milenarias, monasterios y altaneros castillos medievales que nos hablan de los tiempos en que Irlanda era tierra de santos, místicos, profetas y sabios.

No existe una época concreta para marchar a Irlanda. Todas las épocas son perfectas e incluso las estaciones del año no son un handicap para iniciar nuestro viaje. En verano el viajero encontrará maravillosas aguas cristalinas y sus ojos podrán observar con deleite el brillante color verde de todos sus lugares y campiñas. En primavera podrá disfrutar de la deslumbrante luminosidad de sus paisajes, en otoño recrearse con las hojas doradas de los tupidos bosques irlandeses, y en invierno recuperar esa añorada paz interior delante de una animosa lumbre de chimenea. Qué más se puede pedir. La isla está formada por una amplia y plana zona central calcárea, rodeada de macizos montañosos, cubierta de Lagos y surcada por el río Shannon. El país tiene una población de 3.660.600 habitantes. Las principales ciudades son: Dublín (1.000.000 habitantes), Cork (180.000 habitantes), Limerick (80.000 habitantes), Galway (60.000 habitantes) y Waterford (45.000 habitantes). El territorio se divide en 26 Condados. Su clima es templado y el invierno nunca es demasiado rígido.

Notas de viajero
Por toda Irlanda, el viajero encontrará numerosas puertas que le conducirán a épocas pretéritas de inigualable esplendor. Podrá contemplar el magnífico libro de Kells, elaborado por monjes irlandeses que recorrieron el mundo antiguo para difundir el conocimiento de la cultura y la historia. Podrá contemplar los numerosos dólmenes, cruces celtas, monasterios, castillos y otras edificaciones de flamante estilo georgiano que fluyen por doquier. Es en Dublín, su insigne capital, donde que se aúna el esfuerzo de un pueblo por sobrevivir a cualquier dominación. En ella podrá degustar la excelente cocina casera irlandesa o probar un flamante salmón ahumado al roble, o el queso de granja artesanal acompañado del tradicional pan integral, junto con una pinta de cerveza.

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