Pocas ciudades guardan la esencia del Renacimiento italiano como Bolonia. Sólo hay que conocer la belleza de la estructura urbana de la ciudad que le confiere un aire de monumento único. Ni los bombardeos de la II Guerra Mundial han podido desencantar una ciudad que guarda tesoros en sus jardines y parques, ni en todo el conglomerado de obras que abarcan desde la época de los etruscos hasta los romanos, y del Trecento al Novecento, donde son los museos y galerías, los palacios y las villas, las iglesias y plazas las que guardan todo este amplio recorrido histórico.
Un desarrollo urbano singular confiere a Bolonia un especial atractivo, aun con un pasado reciente que la confirió como centro estratégico de la retaguardia del bloque fascista. Y es que Bolonia, junto con Venecia, posee uno de los centros históricos mejor conservados de Europa.
Un crecimiento que ha sido progresivo desde sus orígenes que han poblado a esta ciudad con todo un cóctel de calles, torres, palacios y conventos, unidos al pórtico, como una larga cinta unificadora. Y de pórticos tiene mucho Bolonia, con sus 35 kilómetros que le han conferido el adjetivo de la ciudad más "porteada" de Europa.
Una mezcla de culturas pasadas pero que confieren a la ciudad de Bolonia una armonía innegable. Y es que el paso de las más diversas culturas, con todo el posterior paso de guerras y batallas, desde etruscos y romanos, hasta la más reciente II Guerra Mundial, no han dejado sino evidencias de esos rastros con una perfecta conjunción de estilos y épocas.
Una ciudad, Bolonia, que nació con magia, porque su génesis se produjo en la orilla desaparecida de un antiguo mar donde desembocaba el río Reno. Al norte se ubicaba el mar, mientras que al sur imperan colinas y montañas, donde el yeso impera en sus tierras; material, además, que creó antaño el primer recinto boloñés, el llamado "recinto de selenita", en la época de Teodorico.
La instalación de la cultura céltica-romana está bien extendida no sólo por monumentos y vestigios artísticos, sino también por costumbres tan extendidas, sobre todo en la zona de Emilia, como es la industria porcina, así como la ovina y bovina, aunque ya por influencia romana dada la proximidad con Romaña.
En el casco antiguo de Bolonia quedan importantes vestigios de los primeros tiempos romanos, que le confirieron a la ciudad cierto aire agrícola y militar, así como el desarrollo de la ciudad mediante la vía Emilia el Forum Cornelli, la futura Imola. La impronta religiosa vendría con el desarrollo del Duecento, que quedaría fomentada con el impulso del Trecento, como centro artístico que igualaría la grandeza, al menos en pintura, del Trecento toscano.
Y tras un breve período de recesión en el Trecento, se impulsa la ciudad, tanto a nivel urbanístico como artístico, hasta el Cinquecento. Y quedarán de entonces todo un amplio repertorio artístico en plazas y museos, con las fuentes y pórticos, con esculturas y nombres míticos del arte, como Michelangelo Buonarroti o Raffaello Sanzio, que dejaron su huella en la ciudad boloñesa. Con el Renacimiento se abre la plaza y la fuente de Neptuno.
A partir del Seicento se abre la etapa que marcaría a Bolonia como ciudad de los conventos, por la fuerte impronta que, desde el Vaticano, se impondría en la ciudad de Bolonia, así como las múltiples iglesias y un nuevo afán por el arte de corte religioso.
Ciudad de pórticos
El siglo XX amanece con la destrucción de las murallas de la ciudad, un símbolo de la ciudad que evidenciaba el crecimiento urbano. Un nuevo siglo que transformaría la ciudad, sobre todo con los bombardeos aéreos de la última guerra, donde Bolonia fue un enclave de retaguardia de la llamada Línea Gótica, que dejaría la ciudad pendiente de una transformación. Así, los años sesenta imponen una nueva conciencia urbana, como el desarrollo de nuevos barrios, así como la plena conservación del legado boloñés, aquel de los pórticos que tanto le había caracterizado en un pasado, así como el de las casas adosadas.
Las últimas décadas han confirmado a Bolonia como un tesoro de la Italia cosmopolita, y de la Italia clásica, confirmando la idea de pueblo global, así como ciudad de jardines y pórticos, de museos e iglesias, de conventos y parques. Un tesoro, pues, que ha evidenciado la riqueza de un pasado acoplada a la nueva confección urbana de los nuevos tiempos, donde Bolonia contrasta con perfección ser un paraíso cultural y urbanístico.
domingo, 6 de enero de 2008
Viajar a Bolonia: los rincones del Renacimiento
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